
Eso sí, aquí todo tiene como mucha más clase: las tómbolas regalan minimotos, pantallacas de 50 pulgadas, frigoríficos... nada de perritos piloto o de imitaciones de los Simpson con los ojos como huevos, no; los puestos de comida tienen al lado su zona con mesitas y sillas para que te sientes y no sólo se venden churros en el puesto "El Español", sino que se vende pasta, sopa, hamburguesas con sus patatas fritas y su bandeja...
Y eso de gritarle a la gente "pero miraaaaaaa, guapaaaaaaaaa, que mira que lo llevo todooooooooooo, el perrito, la chochona, la careta del Doraimon, compra un numerito, que te tocaaaaa, si es muy fácil, sólo con los oros, los oritos de la suerteeeee"... aquí eso no se lleva. Aquí sólo se oye de vez en cuando algún comentario (que por supuesto no terminamos de entender por eso del holandés) y punto.
Las atracciones también parecen de otro mundo. Cerca de la estación hay una montaña rusa que parece mejor que alguna de la Warner, y al otro lado del pueblo hay un "tirachinas gigante" que se ve desde el tejado de la residencia... También hay una grua enorme que te da vueltas por los aires y unas sillas voladoras bestiales que suben bastante altito... Y eso sí, aquí haga sol, llueva o granice (las 3 situaciones son reales) los cacharros funcionan, porque siempre hay gente dispuesta a pagar el módico precio de 6€ por paseo...
Lo que sí es común a todas las ferias, es la música machacona. Desde mi cuarto no se oye, pero la pobre MJ sí que lo oye sí. Menos mal, que aquí son más civilizados y cierran la feria a la 1 de la mañana. Aunque también he de decir que son los que más abren, que aquello funciona de 1 a 1, 12 horitas seguidas, cosa impensable en este país.
Pronto, otra entrada de la reportera más dicharachera de Kortrijk!
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